El duelo en las personas mayores, provocado por la muerte de un ser querido, constituye un proceso traumático, con condiciones especiales y que se agrava, por ejemplo, en ancianos que se encuentran en situación de dependencia. En las residencias para mayores de Valencia cuentan con profesionales especializados en la prevención y el tratamiento de estos procesos.
El duelo se caracteriza por una serie de actitudes que definen la respuesta al fallecimiento de una persona cercana. Puede ser el cónyuge, un familiar (con edad mayor o menor que la del doliente) o un amigo. En el caso de que sea el cónyuge quien fallece, se añade la circunstancia de la desaparición de la persona con la que se compartía más tiempo. Este hecho obliga a interpretar este duelo en función de dicha realidad.
De hecho, la consideración de las características dispares de los duelos de las personas mayores supone la primera precaución que se ha de tener en cuenta. No todos los ancianos responden igual ante las muertes. No obstante, sí que vale la pena valorar el esquema de fases que aportó la doctora Elisabeth Kübler –Ross para esquematizar el trance del duelo.
Efectivamente, se contemplan fases como la negación, la ira, la negociación, la depresión y la aceptación. Sin embargo, no todas las personas mayores han de pasar por la totalidad de ellas ni en el orden enunciado. Existen estrategias tendentes a favorecer la aceptación, pero cada anciano es diferente y no se pueden forzar los tiempos.
Las condiciones especiales que se asocian al duelo de los ancianos tienen que ver con su experiencia vital, incrementada, además, por el aumento de la esperanza de vida. Han visto fallecer a numerosas personas, pero existen algunas muertes que pueden causarles un impacto superior.
Por otro lado, resulta imprescindible recordar que las actuales generaciones de personas mayores han sido educadas en una cultura esquiva a las manifestaciones públicas del sufrimiento. El dolor se exteriorizaba, preferentemente, mediante la indumentaria de luto y la realización de actos rituales o la contención.
Las tendencias modernas en el tratamiento del duelo, por su parte, apuestan por ofrecer un apoyo empático al anciano, con especial cuidado para no entrometerse en áreas de su autonomía ni infantilizarlo. El duelo, aparte, puede intensificarse en celebraciones señaladas, como los cumpleaños. Otras pueden aprovecharse para conmemorar, de manera positiva, la relación que existió con la persona querida.
El objetivo final no es el olvido, sino la aceptación de la situación. Por lo tanto en este proceso se puede alentar a la persona mayor a que hable de la persona perdida y su historia relacional con ella, con todos sus altibajos, y facilitar la expresión de sus sentimientos y las circunstancias que condujeron a la pérdida. Podemos apoyarnos en materiales como fotografías y otros recuerdos para toda esta labor. La atención al afligido no debe invadir ámbitos de la privacidad indeseados, pero sí ha de cubrir necesidades que pueda requerir.
En todo caso, hay que prestar atención a los síntomas de desesperanza y renuncia a vivir y ofrecer asesoramiento y apoyo de profesionales.