Vicente Manuel Gil, («Manolo») residente en el centro 2 años.
Familia Gil Camacho
Sr. Director:
A través de esta carta quisiéramos transmitirles nuestra gratitud y expresar brevemente lo que ha representado para nuestra familia contar con el apoyo de todas las personas que atendieron a nuestro padre, Vicente Manuel Gil Bordería, durante el tiempo que permaneció en la que fue su casa y también la nuestra.
Tras visitar varias residencias, buscando la mejor atención para nuestro padre, nos vimos gratamente sorprendidos al encontrarnos con la Residencia San Francisco y San Vicente de Manises. Fueron varios los aspectos que llamaron poderosamente nuestra atención y que la diferenciaban del resto. Había un perrito al que los residentes llamaban por su nombre y que transmitía familiaridad y calidez. Todo estaba limpísimo y, por si fuera poco, olía bien. Pudimos ver ayudas técnicas importantes para el bienestar de los residentes y para la salud laboral de los empleados y, además, había una sala de cuidados especiales. A priori, parecía que allí nuestro padre iba a recibir una atención de calidad y así fue: los profesionales que cuidaron, acompañaron y mimaron a nuestro padre se encargaron de ello.
Quisiéramos destacar la infinita paciencia y exquisito trato recibido por parte de la médica y las enfermeras durante toda la estancia y especialmente en los últimos y duros momentos que nos tocó vivir. El cariño, dedicación y esfuerzo de los auxiliares de enfermería que con tanta puntualidad, cuidado y delicadez hicieron los cambios posturales y se ocuparon de su aseo. El afecto que a diario le dispensaron las personas que se ocuparon de su alimentación, traslados y cuidados generales y que por ende nos transmitieron a nosotros. La labor realizada por la fisioterapeuta, la psicóloga y la trabajadora social, que siempre nos escucharon y atendieron, procurando mejorar la calidad de vida de nuestro padre, y en ocasiones también la de nuestra madre. La comprensión de los profesores de los talleres que lo acogieron con agrado a pesar de sus limitaciones… Imposible olvidarnos del cariño de Sor Amparo, la templanza y buen hacer de Sor Plácida, la tenacidad de Sor Hortensia, que tantas veces nos ayudó a levantar nuestro ánimo y a ser fuertes, la bondad de Sor María que nos acompañó durante tantas tardes… La profesionalidad y el rigor de Sergio en el desempeño de sus funciones de dirección.
En nuestro nombre, en el de nuestro hijos y, especialmente, en el nombre de nuestra madre, queremos felicitaros por lo que hacéis y sobre todo por vuestra calidad humana que no se puede aprender en ninguna facultad, ni clase, ni cursillo y que valoramos sobremanera como gran valor añadido a vuestra formación. Nos habéis dado lo mejor de vosotros mismos y nunca os olvidaremos.
Con toda nuestra gratitud y afecto:
Familia Gil Camacho
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