La deprivación sensorial remite a un síndrome geriátrico acusado que empeora la calidad de las condiciones de vida de las personas mayores. Estas mermas, localizadas fundamentalmente en vista y oído, aumentan su grado de dependencia para la realización de las actividades de la vida diaria.
Las diferentes alteraciones y trastornos tienden a incrementarse a medida que avanza el ciclo vital. No obstante, la detección precoz y las revisiones puntuales por parte de oftalmólogos y otorrinos pueden ayudar a paliar determinadas enfermedades de los ancianos. Si se pierden capacidades visuales y auditivas, se resienten indudablemente la salud de las personas mayores y su entorno social. Estas afecciones, por ejemplo, aumentan la posibilidad de sufrir accidentes y tienen efectos perniciosos en las conductas de los ancianos.
Por lo que respecta a los trastornos de la vista, existen diversas causas que permiten identificarlos. Entre ellas, las siguientes: visión doble, sensación de dolor o cansancio ocular, ojos con secreciones o rojos, visión borrosa, dolor de cabeza frecuente, visión de puntos y dificultad para ver de lejos y cerca.
Por otro lado, algunas enfermedades de la vista son especialmente recurrentes entre la tercera edad. La presbicia, popularmente conocida como vista cansada, supone la complicación para enfocar. En las cataratas se pierde paulatinamente visión, por la progresiva opacidad del cristalino. La degeneración macular, por otra parte, cada vez se diagnostica más. Puede provocar ceguera y no cuenta todavía con tratamientos efectivos. Por último, el glaucoma supone una pérdida de visión periférica, por el incremento de la presión del líquido que se encuentra en el interior del ojo.
Aparte de prestar una atención prioritaria a la sintomatología de estas afecciones, las personas mayores deben evitar los habituales accidentes domésticos que dañan la vista mediante la protección adecuada. Especialmente, con los productos de limpieza y la exposición al sol o ante pantallas de proyección.
En lo tocante a las alteraciones auditivas, se manifiestan en taras como la sensación de distorsión y la de oído tapado, la falta de reacción ante voces y sonidos, los ruidos o pitos en el oído, las complicaciones para comprender conversaciones o los problemas para oír timbres y tonos telefónicos. Según la zona del oído dañada, se localizan afecciones del externo (otitis externa, tumores, tapón de cerumen y lesiones precancerosas), medio (otitis, tumores y otoesclerosis) e interno (acúfenos y presbiacusia). Las del interno se revelan como algunas de las más comunes. En este sentido, los acúfenos o ruidos de oído pueden combatirse, aunque con dificultad, mediante medicación vasorreguladora. Por su parte, la presbiacusia se relaciona con la hipoacusia y las complicaciones para distinguir tonos. En estos casos, debe mostrarse un plus de comprensión y facilitar la comunicación.
Teniendo en cuenta que el nivel de dependencia en las personas mayores es un cociente entre su capacidad funcional y el nivel de adaptación del entorno, a menor adaptación arquitectónica y espacial mayor dependencia.Un mobiliario geriátrico especializado, y un entorno físico adaptado como el que puedes encontrar en una residencia para personas mayores mejoran la autonomía personal y reducen la dependencia.
Por otro lado la detección precoz y la vigilancia medico sanitaria continuada también son un requisitos para si cabe la posibilidad de aliviar estos problemas.